martes, 12 de febrero de 2008

El camino

-¿A qué has venido? Aléjate, jamás aceptaré que formes parte de mí. No necesito de tí para rellenar este hueco.

-"Quizá deberías aceptarme a tú lado, quizá sea esta la forma de comenzar a solucionar tus problemas, amigo"

-No lo creo, negaré siempre que existes, no eres más que una simple broma de mal gusto.
-Ahora, cerraré los ojos y cuando vuelva a abrirlos, tú ya no estarás. Te habrás ido para no volver.

Cierro los ojos, los mantengo cerrados, un minuto, quizá dos, hasta que me doy cuenta que he perdido la noción del tiempo y vuelvo a abrirlos, pero algo extraño sucede.
Mi cuerpo flota, envuelto entre una cegadora luz que no me molesta, sino que me agrada, lo que me atemoriza aún más. Intento moverme, intento escapar, pero todo eso resulta inútil.
No hay nada que pueda hacer.
Quizá ese sea mi camino, el camino hacia algún lugar en el que no sentir tristeza a cada instante en el que abro los ojos y observo la realidad. El camino hacia mi felicidad, la ruta que todo ser humano desearía recorrer.
En un instante, las luces desaparecen y dan paso a unos inquietantes segundos de total oscuridad.
Ya puedo moverme.
Una cortina se abre ante mí, y el lugar de fantasía que tanto deseé surgió de la nada.
Hemos llegado, susurré a mi corazón mientras apoyaba mi mano en el pecho.

-"Amigo, ahora, jamás volverás a verme a tú lado"

Y la soledad se desvaneció frente a mis ojos, dejando tras de sí un hermoso rastro.

He llegado, al final de mi camino. Ahora, seré feliz

1 comentario:

Thais dijo...

que precioso!!!

a ver si yo me animo a escribir mas!