martes, 27 de diciembre de 2011

Se pecado, yo te invito...


Quiero perderme en el sueño, y volver a encontrarte,
quiero que el reloj se pare y dé media vuelta. 
Quiero que vuelvas a gritarme, a utilizarme, a engañarme...

Quiero ser instinto,

quiero la oscuridad y el misterio,
contagiarte de locura.
Quiero sabor dulce y vino, color verde...
quiero escapar y ser lo que llaman pecado,
quiero que no existan las verdades.
Quiero mirarte a los ojos, olvidarme del tiempo y...


Quiero quitarle el polvo a las fotos, meterme en el recuerdo y vivir allí para siempre.
Quiero meterme en tu mente, saber qué pensabas, saber qué pasaba...
Quiero que me ordenes.
Quiero mirarte, admirarte, tocarte...
Quiero acordarme que he querido...
quiero manchar el olvido.


Quiero compartir el silencio,
quiero que me hagas feliz sin saberlo.


Quiero estar cerca, quiero y quiero...
Y me canso de quererte...

Quiero... ¿Y qué quiero?
Quiero estar contigo.

¡Libertad ansiada!

lunes, 26 de diciembre de 2011

Siempre mal y tarde...


Hablaba de carencias mientras el frío quedaba en un sufrido e ignorado segundo plano. Hablaba de la vida como si creyera tener algo de razón en ese momento. Perdía el tiempo, y la fuerza, se me escapaba por la boca intentando rendir un pulso al sol que, entre los álamos, caía extendiendo su fuego por todos lados...
Pero a kilómetros de ese extraño ocaso, se calentaba el aire solo con tu sonrisa, tan blanca y plana como siempre, y mientras insistías en contra del frio, yo yacía en la desdicha, ocupada en olvidar lo fácil que es poder ser feliz. Ver la luz en el laberinto. Pensar que no es tan raro creer que quizás algún día aprenda a decirte con palabras todo esto que estalla dentro de mí nada más verte. Quizás alguna vez aprenda a moverme al ritmo que se mece esa sonrisa; podrías enseñarme a convertir este deseo escurridizo en algo tan palpable como tu olor.
Creer que tal vez, algún día, intente agarrar aquellos sueños que perdí por el camino y entonces deje de sentirme tan extraña y lejana a tu lado...

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Un viejo retrato en la pared...


Es el verbo de la victoria, 
la rabia encendida,
Tumba para las fieras con hambre, 
el esplendor en la batalla.
Luchadora como nadie...
Por defensa, un ataque,
pero siempre, su justicia.


De su valor, mi escuela;
de su fuerza, mi disciplina;
de ella, mi escudo y para mí, la guarida.
A tu lado me sentía nadie,
pero entendí que si bien, no era nadie, era porque nada entendía.
Desde lejos, comprendí y aprendí,
pero aquel paisaje, ahora se despide desde esa misma lejanía.


Conocimos la derrota en el frente,
y desde entonces, el ataque es tu huida... 


Desvestida, porque ya nada importa.
Es el momento de la muerte en vida.
Murieron las palabras, ya nada tiene sentido.
Esquivando el dolor mientras caminas,
y caminando sobre los cristales rotos de un viejo retrato en la pared...

martes, 13 de diciembre de 2011

10


Eran las 20:30 de un día cualquiera,
y tras el cristal, mil vidas. 
Voces, coches, ruidos... 
1000 días, 100 historias, noticias, anécdotas.
Van y vienen, dicen y hablan, chocan y desaparecen.

Ruidos...

Y mientras, yo me río,
pero es mucho más que eso,
Es la música de la décima sinfonía.
Es, tras el cristal, mi diaria compañía.