lunes, 26 de diciembre de 2011

Siempre mal y tarde...


Hablaba de carencias mientras el frío quedaba en un sufrido e ignorado segundo plano. Hablaba de la vida como si creyera tener algo de razón en ese momento. Perdía el tiempo, y la fuerza, se me escapaba por la boca intentando rendir un pulso al sol que, entre los álamos, caía extendiendo su fuego por todos lados...
Pero a kilómetros de ese extraño ocaso, se calentaba el aire solo con tu sonrisa, tan blanca y plana como siempre, y mientras insistías en contra del frio, yo yacía en la desdicha, ocupada en olvidar lo fácil que es poder ser feliz. Ver la luz en el laberinto. Pensar que no es tan raro creer que quizás algún día aprenda a decirte con palabras todo esto que estalla dentro de mí nada más verte. Quizás alguna vez aprenda a moverme al ritmo que se mece esa sonrisa; podrías enseñarme a convertir este deseo escurridizo en algo tan palpable como tu olor.
Creer que tal vez, algún día, intente agarrar aquellos sueños que perdí por el camino y entonces deje de sentirme tan extraña y lejana a tu lado...

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